LOS CUENTOS DE MI ABUELA

Después de una larga temporada había vuelto a casa,una seríe de problemas laborales y personales, habían puesto mi vida patas arriba no quería ver a nadie, no quería hablar con nadie, necesitaba estar sola y lamerme mis heridas, mis abuelos sabían que estaba aqui y llamaban para ver como estaba, igual que el resto de la familia, pero todos me respetaban.

Mi madre que me conocía y sabía que iba a ser bueno para mi, llevaba días recordándome que tenía que ir a verlos, ellos son mayores pero están muy bien de salúd.

Me lo pensé mejor y decidí que se merecían una visita, ellos siempre fueron muy importantes en mi vida, asi que cogí a mi perra y le dije que ibamos a ver a los yayos, Lola se puso muy contenta le encantaba ir a su casa, mi madre la lleva muy amenudo y se conoce el camino de memoria.

La casa estaba tal cual la recordaba de cuando niña, olía igual, allí hay guardados muchos y buenos recuerdos con ellos.
Lola mi perra, entró corriendo, le gustaba aquella casa porque siempre tenía pelotitas con las que jugar, Sara la señora que los cuidaba me dijo que estaba en la cocina.

Yaya?, pero que guapa estas¡
hola cariño
me dio dos besos, y me dió un abrazo de los suyos de los que te dan energía.
Abuela estás genial¡
Claro, que te pensabas, ven vamos a sentarnos.

Sara ponle algo a la niña para que coma, que esta muy delgada.
Nos sentamos junto a la chimenea y me cogió las manos mirandome a los ojos y no me dijo nada, solo me las apretó con cariño.

Mi abuelo no estaba había salido a dar un paseo. Estuvimos las dos hablando mucho tiempo, mientras comía y comía…

Cuando volvía hacia casa, me dí cuenta de lo bien que me encontraba, mi madre tenía razón la yaya era especial y no se como lo había hecho, pero sin darme cuenta le había contado cosas que no le había dicho a nadie y ahora me sentía liberada, muy bien.
Hacía un día precioso,pero muy frio.
Lola, ¿nos vamos a la playa?
Lola empezó a dar saltos de alegría, de camino le compré una pelota y fué dando saltos hasta que llegamos.
Mientras paseaba por la orilla, empecé a recordar lo bien que me lo había pasado de pequeña con mis yayos, mis paseos con mi abuelo por el monte, mientras buscabamos castañas, él siempre me ha cuidado lo cierto es que nos queremos mucho, y ….los cuentos de mi abuela….. esos cuentos que nunca supe si eran o no verdad pero que a mi me encantaban.
Algún día contaré alguno.

Deja un comentario